jueves, 23 de abril de 2015

SOBRE LOS RIESGOS Y LAS CONDICIONES URBANÍSTICAS DE LA MISA DEL PAPA FRANCISCO I EN SANTA CRUZ DE LA SIERRA

Victor Hugo Limpias Ortiz, Ph. D.

La visita del Sumo Pontífice de la feligresía católica a Santa Cruz de la Sierra en poco más de dos meses, se constituye en un evento trascendente desde varias perspectivas, empezando por la espiritual, pasando por la social y cultural, y terminando en la urbanística y la de seguridad. El enorme carisma de Francisco I y su jerarquía permiten vislumbrar  la superación de todos los récords históricos de concentración de público en la historia de Bolivia, cuando presida la misa prevista para el jueves 9 de julio de 2015.
El que se haya estimado que cerca de un millón de personas llegó a concentrarse el 2006 en la Avenida Monseñor Rivero y alrededores del monumento a El Cristo Redentor, en tiempos de la lucha autonómica departamental, pareciera justificar la elección del mismo lugar para este magno encuentro con el Papa Francisco I. Rápidamente, sin mayores discusiones y a pesar de las argumentaciones presentadas por autoridades de la municipalidad y el gobierno central, se dejó de lado la alternativa de efectuarlo en el Parque Urbano Lineal Mutualista conocido como “Cambódromo”. De nada sirvieron las comparaciones favorables a este último, y apenas se mencionó a la otra alternativa urbana plausible, sede de la anterior misa papal de 1988, el Aeroparque El Trompillo. La “satanización” del escenario carnavalero (olvidando que el carnaval se programa según el calendario cristiano como evento previo a la cuaresma y que El Cristo coronó los corsos durante más de una década) y el "olvido" de que fue construido precisamente para albergar grandes concentraciones de público y que se lo ha usado principalmente para concentraciones políticas y eventos folclóricos, contribuyó a que triunfe el peso simbólico de la imagen escultórica de El Cristo, herencia del Congreso Eucarístico de 1961 y de los festejos por el IV Centenario de la fundación de la ciudad. Contribuyeron a ese "triunfo" pírrico, análisis de tipo conspirativo (simbólico y político), sin contar con el afloramiento de animadversiones personales de diversa naturaleza.
Aunque resulta evidente de que la Iglesia Católica tiene todo el derecho de decidir dónde se realizará la Santa Misa papal, al parecer no se analizó abiertamente y si se lo hizo, no se sopesó debidamente el dramático cambio de escala de la ciudad; condición estructural que establece-más allá de cualquier capricho o razonamiento-diferencias significativas entre las experiencias de asistencia masiva del pasado y la prevista para julio. Queda claro para cualquiera que la Santa Cruz de hace casi una década y la de ahora son muy distintas, como resultan muy diferentes las concentraciones de los cabildos autonómicos con una misa a ser liderada por un Papa carismático, así como existe una crítica diferencia entre los públicos del pasado y del presente, tanto cuantitativa como cualitativamente.
Un primer conjunto de cifras, condiciones de infraestructura y comportamiento social, que resulta directamente vinculado a lo que se puede esperar para el 9 de julio, resulta ilustrativo de esa diferencia entre el 2006 y el 2015. La Santa Cruz de la Sierra de hace casi una década, tenía medio millón de habitantes menos y el departamento otros trescientos mil habitantes por debajo. Complementariamente, el potencial de flujo de visitantes hacia la ciudad en ocasión de la visita papal debe considerarse muy seriamente pues el flujo interno de pasajeros es casi tres veces superior a los del 2006, como consecuencia de un incremento significativo en los vuelos internos, mejoras en las carreteras existentes y la conclusión reciente de la Carretera a Brasil, en el marco de las condiciones económicas del país. Con gente llegando sin mayores problemas de todas las provincias, de varios departamentos e incluso de países vecinos, se puede esperar un público potencial muchísimo mayor que el máximo logrado durante la década pasada, estimándolo de entre 1,2 y 1,6 millones de personas.
Un segundo conjunto de elementos a considerar al respecto lo constituye el tipo y características de la concentración humana esperada. A diferencia de los cabildos, en donde la asistencia del público no presentaba presiones mayores de direccionalidad, ya que los asistentes no se esforzaban en aproximarse a la testera, en una misa concelebrada con nada menos que uno de los personajes más carismáticos del mundo, la situación es completamente diferente: habrá una presión constante de parte de todos los sectores del público para aproximarse a la testera o ver pasar al papamóvil si corre el rumor de que se acerca a cualquier sector. Esta diferencia puede resultar explosiva e incontrolable, dada la cantidad de público asistente, mucho más allá de los volúmenes “controlables”. Una eventual “estampida” puede resultar trágica si el espacio continente no ofrece una cantidad suficiente de salidas alternativas. Cuando a esta condición particular se le adiciona la mayor amplitud etária del público esperado, la situación se puede volver aún más riesgosa. A esta misa papal vendrán mucho más niños pequeños y ancianos que a los cabildos, y no es una cuestión de miles, sino a decenas de miles y posiblemente, de centenares de miles de personas incapaces de enfrentar con solvencia y seguridad situaciones de pánico y caos en muchedumbre.
En ese marco de potencialidades de público y consideraciones de seguridad, vale la pena comparar con cifras las diferencias entre el escenario elegido (El Cristo) y el descartado (Cambódromo). El primero es un escenario alimentado por tres avenidas (primer y segundo anillo que se intersectan con la Radial 1: Monseñor Rivero) desarrolladas en 700 metros y alimentado directamente por cinco calles secundarias, con un ancho promedio de calzada y veredas de 50 metros y un máximo de 80 metros. El segundo, es un escenario alimentado por más de tres kilómetros, con siete avenidas (cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo anillos y las dos avenidas paralelas) y más de 40 calles secundarias, y un ancho promedio de 200 metros. De hecho, se trata de dos espacios muy diferentes, uno de 5 hectáreas y otro de casi 40 hectáreas. En el primero, 1,2 millones de personas simplemente no podrán ingresar y si fueran 1,6 millones, se puede esperar cualquier cosa, por la extremada densidad de la muchedumbre. En el otro, cualquiera de esas cifras podrá ser albergada por la mitad o dos terceras partes del lugar, permitiendo densidades manejables, fuera del punto crítico. No se debe olvidar que cuando se lidia con grandes concentraciones de público, la densidad del mismo (personas por metro cuadrado) es uno de los factores más riesgosos y los que mayor preocupación debe motivar, siendo lo ideal alejarse del punto crítico, que es de 4 personas por m2.
Es bueno mencionar que ambos escenarios (Cristo y Cambódromo) tienen razonable proximidad a hospitales y clínicas. El escenario más pequeño se encuentra a medio kilómetro del sector hospitalar central y hay una clínica privada en una de sus avenidas. El mayor está en un extremo a un kilómetro y medio de dos grandes hospitales: el Obrero (CNSS) y el Japonés, y en el otro extremo a medio kilómetro de una clínica universitaria. Si hubiera podido ser un factor crítico en la toma de decisiones, el que en el más pequeño un helicóptero no tiene donde aterrizar y en el otro ese no sería un problema; pero eso no se tomó en cuenta. La diferencia más seria al respecto es que en el más pequeño hay 5 menos cantidad de vías de salida que en el otro, sin olvidar que la muchedumbre presentará inexorablemente un grado de hacinamiento cercano al máximo tolerable, dificultando la circulación interna. En todo caso, el Aeroparque El Trompillo, que pareciera ser una alternativa intermedia con mejores condiciones que El Cristo-Monseñor Rivero, no se convierte en una buena alternativa porque no lo atraviesa el Tercer Anillo, lo que le reduce fluidez; limitación que no fue mayor problema el 1988 cuando medio millón de personas asistió a la Misa del desaparecido Juan Pablo II, pero que hoy si se constituye en una seria condición de riesgo, aunque menor al pequeño escenario elegido.

Dado el panorama expuesto, e independientemente de lo bien que otros aspectos importantes sean resueltos y administrados por las autoridades responsables (controles de seguridad, puestos de emergencias médicas, vías de escape,  vallas de contención, carros de ambulancia, policía y bomberos), la precariedad urbanística del sitio elegido (El Cristo-Av. Monseñor Rivero-2do Anillo), exige de las autoridades responsables su mayor y más decidido esfuerzo y preocupación para que la decisión de efectuar el encuentro de Francisco I con su ansiosa feligresía nacional se desarrolle sin mayores contratiempos. Así lo esperamos todos y desde ahora hay que rogar para ello.

V.H.L.O.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 23 de abril de 2015.
(Permitida su reproducción, siempre que sea del texto íntegro y citando al autor)

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