Victor Hugo Limpias Ortiz, Ph. D.
La visita del Sumo
Pontífice de la feligresía católica a Santa Cruz de la Sierra en poco más de
dos meses, se constituye en un evento trascendente desde varias perspectivas,
empezando por la espiritual, pasando por la social y cultural, y terminando en
la urbanística y la de seguridad. El enorme carisma de Francisco I y su
jerarquía permiten vislumbrar la superación de todos los récords
históricos de concentración de público en la historia de Bolivia, cuando
presida la misa prevista para el jueves 9 de julio de 2015.
El que se haya estimado
que cerca de un millón de personas llegó a concentrarse el 2006 en la Avenida
Monseñor Rivero y alrededores del monumento a El Cristo Redentor, en tiempos de
la lucha autonómica departamental, pareciera justificar la elección del mismo
lugar para este magno encuentro con el Papa Francisco I. Rápidamente, sin
mayores discusiones y a pesar de las argumentaciones presentadas por
autoridades de la municipalidad y el gobierno central, se dejó de lado la
alternativa de efectuarlo en el Parque Urbano Lineal Mutualista conocido como
“Cambódromo”. De nada sirvieron las comparaciones favorables a este último, y
apenas se mencionó a la otra alternativa urbana plausible, sede de la anterior
misa papal de 1988, el Aeroparque El Trompillo. La “satanización” del escenario
carnavalero (olvidando que el carnaval se programa según el calendario cristiano
como evento previo a la cuaresma y que El Cristo coronó los corsos durante más
de una década) y el "olvido" de que fue construido precisamente para
albergar grandes concentraciones de público y que se lo ha usado principalmente
para concentraciones políticas y eventos folclóricos, contribuyó a que triunfe
el peso simbólico de la imagen escultórica de El Cristo, herencia del Congreso
Eucarístico de 1961 y de los festejos por el IV Centenario de la fundación de
la ciudad. Contribuyeron a ese "triunfo" pírrico, análisis de tipo
conspirativo (simbólico y político), sin contar con el afloramiento de
animadversiones personales de diversa naturaleza.
Aunque resulta evidente
de que la Iglesia Católica tiene todo el derecho de decidir dónde se realizará
la Santa Misa papal, al parecer no se analizó abiertamente y si se lo hizo, no
se sopesó debidamente el dramático cambio de escala de la ciudad; condición
estructural que establece-más allá de cualquier capricho o
razonamiento-diferencias significativas entre las experiencias de asistencia
masiva del pasado y la prevista para julio. Queda claro para cualquiera que la
Santa Cruz de hace casi una década y la de ahora son muy distintas, como
resultan muy diferentes las concentraciones de los cabildos autonómicos con una
misa a ser liderada por un Papa carismático, así como existe una crítica
diferencia entre los públicos del pasado y del presente, tanto cuantitativa
como cualitativamente.
Un primer conjunto de
cifras, condiciones de infraestructura y comportamiento social, que resulta
directamente vinculado a lo que se puede esperar para el 9 de julio, resulta
ilustrativo de esa diferencia entre el 2006 y el 2015. La Santa Cruz de la
Sierra de hace casi una década, tenía medio millón de habitantes menos y el
departamento otros trescientos mil habitantes por debajo. Complementariamente,
el potencial de flujo de visitantes hacia la ciudad en ocasión de la visita
papal debe considerarse muy seriamente pues el flujo interno de pasajeros es
casi tres veces superior a los del 2006, como consecuencia de un incremento
significativo en los vuelos internos, mejoras en las carreteras existentes y la
conclusión reciente de la Carretera a Brasil, en el marco de las condiciones
económicas del país. Con gente llegando sin mayores problemas de todas las
provincias, de varios departamentos e incluso de países vecinos, se puede
esperar un público potencial muchísimo mayor que el máximo logrado durante la
década pasada, estimándolo de entre 1,2 y 1,6 millones de personas.
Un segundo conjunto de
elementos a considerar al respecto lo constituye el tipo y características de
la concentración humana esperada. A diferencia de los cabildos, en donde la
asistencia del público no presentaba presiones mayores de direccionalidad, ya
que los asistentes no se esforzaban en aproximarse a la testera, en una misa
concelebrada con nada menos que uno de los personajes más carismáticos del
mundo, la situación es completamente diferente: habrá una presión constante de
parte de todos los sectores del público para aproximarse a la testera o ver
pasar al papamóvil si corre el rumor de que se acerca a cualquier sector. Esta
diferencia puede resultar explosiva e incontrolable, dada la cantidad de
público asistente, mucho más allá de los volúmenes “controlables”. Una eventual
“estampida” puede resultar trágica si el espacio continente no ofrece una
cantidad suficiente de salidas alternativas. Cuando a esta condición particular
se le adiciona la mayor amplitud etária del público esperado, la situación se
puede volver aún más riesgosa. A esta misa papal vendrán mucho más niños
pequeños y ancianos que a los cabildos, y no es una cuestión de miles, sino a
decenas de miles y posiblemente, de centenares de miles de personas incapaces
de enfrentar con solvencia y seguridad situaciones de pánico y caos en
muchedumbre.
En ese marco de
potencialidades de público y consideraciones de seguridad, vale la pena
comparar con cifras las diferencias entre el escenario elegido (El Cristo) y el
descartado (Cambódromo). El primero es un escenario alimentado por tres
avenidas (primer y segundo anillo que se intersectan con la Radial 1: Monseñor
Rivero) desarrolladas en 700 metros y alimentado directamente por cinco calles
secundarias, con un ancho promedio de calzada y veredas de 50 metros y un
máximo de 80 metros. El segundo, es un escenario alimentado por más de tres
kilómetros, con siete avenidas (cuarto, quinto, sexto, séptimo y octavo anillos
y las dos avenidas paralelas) y más de 40 calles secundarias, y un ancho
promedio de 200 metros. De hecho, se trata de dos espacios muy diferentes, uno
de 5 hectáreas y otro de casi 40 hectáreas. En el primero, 1,2 millones de
personas simplemente no podrán ingresar y si fueran 1,6 millones, se puede
esperar cualquier cosa, por la extremada densidad de la muchedumbre. En el
otro, cualquiera de esas cifras podrá ser albergada por la mitad o dos terceras
partes del lugar, permitiendo densidades manejables, fuera del punto crítico.
No se debe olvidar que cuando se lidia con grandes concentraciones de público,
la densidad del mismo (personas por metro cuadrado) es uno de los factores más
riesgosos y los que mayor preocupación debe motivar, siendo lo ideal alejarse
del punto crítico, que es de 4 personas por m2.
Es bueno mencionar que
ambos escenarios (Cristo y Cambódromo) tienen razonable proximidad a hospitales
y clínicas. El escenario más pequeño se encuentra a medio kilómetro del sector
hospitalar central y hay una clínica privada en una de sus avenidas. El mayor
está en un extremo a un kilómetro y medio de dos grandes hospitales: el Obrero
(CNSS) y el Japonés, y en el otro extremo a medio kilómetro de una clínica
universitaria. Si hubiera podido ser un factor crítico en la toma de
decisiones, el que en el más pequeño un helicóptero no tiene donde aterrizar y
en el otro ese no sería un problema; pero eso no se tomó en cuenta. La
diferencia más seria al respecto es que en el más pequeño hay 5 menos cantidad
de vías de salida que en el otro, sin olvidar que la muchedumbre presentará
inexorablemente un grado de hacinamiento cercano al máximo tolerable,
dificultando la circulación interna. En todo caso, el Aeroparque El Trompillo,
que pareciera ser una alternativa intermedia con mejores condiciones que El
Cristo-Monseñor Rivero, no se convierte en una buena alternativa porque no lo
atraviesa el Tercer Anillo, lo que le reduce fluidez; limitación que no fue mayor
problema el 1988 cuando medio millón de personas asistió a la Misa del
desaparecido Juan Pablo II, pero que hoy si se constituye en una seria
condición de riesgo, aunque menor al pequeño escenario elegido.
Dado el panorama
expuesto, e independientemente de lo bien que otros aspectos importantes sean
resueltos y administrados por las autoridades responsables (controles de
seguridad, puestos de emergencias médicas, vías de escape, vallas de
contención, carros de ambulancia, policía y bomberos), la precariedad
urbanística del sitio elegido (El Cristo-Av. Monseñor Rivero-2do Anillo), exige
de las autoridades responsables su mayor y más decidido esfuerzo y preocupación
para que la decisión de efectuar el encuentro de Francisco I con su ansiosa
feligresía nacional se desarrolle sin mayores contratiempos. Así lo esperamos
todos y desde ahora hay que rogar para ello.
V.H.L.O.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 23 de abril de 2015.
(Permitida su reproducción, siempre que sea del texto íntegro y citando al autor)