La frase “La historia no se repite, pero se repite el
patrón” expresa el orden caótico al que parecen responder los tiempos
históricos, los que, como la estadística de los grandes números, responderían a
ciertos patrones, los que permiten establecer probabilidades o, al menos,
posibilidades objetivas para el futuro. Incluso cuando esos patrones temporales
se rompen, lo hacen (en grandes periodos de tiempo) siguiendo otros patrones.
Este enfoque no implica un determinismo histórico por dos razones principales:
primero, porque su enfoque en ciclos de tiempo es externo e independiente a los
modelos políticos involucrados, y por ello, descarta repeticiones o ciclos que
no sean estrictamente temporales; y segundo, porque al excluir el enfoque
tradicional de secuencias históricas de gobiernos constitucionales y militares,
se concentra en conceptos abiertos, flexibles e incluyentes, como son
“homogeneidad” y “crisis”, conceptos sobre los cuales aquí se plantea los
ciclos políticos bolivianos.
Con esa advertencia conceptual, se reconoce que la historia
política de nuestro país presenta un patrón característico desde 1952: largas secuencias
de gobiernos relativamente homogéneos son inmediatamente seguidas por secuencias
de gobiernos de crisis, más cortas. Mientras las secuencias homogéneas de
gobierno (sean constitucionales o militares) presentan una continuidad
ideológica, de enfoque y de sector dominante (partidos, clase o grupo) durante
su proceso, las secuencias de crisis
presentan gran heterogeneidad y alternancia inconsistente de esos
elementos, con gobiernos breves de transición, co-gobiernos, mandatos
acortados, golpes y contragolpes de estado.
Un patrón secundario reconocido es que las secuencias
homogéneas presentan mayor duración (8 a 12 años) que las irregulares secuencias
de crisis, las que tienden a ser más cortas (5 a 7 años). Las primeras
secuencias organizan, gracias a enfoques ideológicos y grupos dominantes
particulares, modelos de gobernabilidad relativamente compactos y coherentes
con su determinada orientación política, mientras que, en el segundo tipo de
secuencias, ese orden se revisa, se neutraliza y se reacomoda para permitir la
organización de una nueva secuencia política, redefiniendo actores, ideologías
y modelo político.
En general y desde esta perspectiva histórico-critica, a
partir de 1952 se reconoce que ha habido 4 secuencias políticas homogéneas y 3
secuencias políticas de crisis en Bolivia. Se han completado tres ciclos
políticos, de 19, 14 y 24 años, sumando la fase homogénea con la de crisis. En este momento crítico, nos encontraríamos en
medio de la fase de crisis del cuarto ciclo post-52. A continuación se resume
las 7 secuencias.
Secuencias políticamente homogéneas fueron el proceso
“emenerrista” o de la “revolución nacional” (4 gobiernos con Paz Estenssoro y
Siles Suazo actuando) entre 1952 y 1964, luego el proceso conocido como la “dictadura
militar” o “banzerista” (3 gobiernos con Banzer, Pereda y Padilla) de 1971 a
1979, posteriormente el de la “democracia pactada” o “neoliberal” (6 gobiernos
de Paz Estenssoro, Paz Zamora, Gonzalo Sánchez, Banzer y Quiroga) desde agosto
de 1985 hasta octubre del 2003, y finalmente, el autodenominado “proceso de
cambio” (2 últimos gobiernos de Morales) que se concretiza luego de la
Constitución de 2009, empezando en enero del 2010.
Las secuencias de crisis política implicaron varios
gobiernos, tanto constitucionales como militares en los primeros dos ciclos, y
exclusivamente constitucionales en el tercero, en lo que supone un avance
importante en cuanto al grado de “constitucionalidad” de los ciclos políticos
nacionales. El primero de ellos lo define la secuencia de crisis “post-emenerrista”,
la cual tuvo 7 gobiernos diferentes (con Barrientos, Ovando, Siles Salinas y
Torres actuando alternadamente) en los casi 7 años que van desde noviembre de 1964
hasta agosto de 1971, cuando el desorden social, político y económico determinan
el inicio de la segunda secuencia política larga y relativamente homogénea de
este recuento.
La segunda secuencia política de crisis “post-banzerista”
duró 6 años, desde agosto de 1979 hasta agosto de 1985, con otros 7 gobiernos
de diferente corte, constitucionales y militares (actuaron a su modo, Guevara,
Natusch, Gueiler, García Meza, Torrelio, Vildoso y Siles Suazo), complejo y triste
proceso de transición que finalmente dejó al país en la bancarrota financiera,
además de institucionalmente colapsado, generando las condiciones ideales para el
inicio del tercer proceso político homogéneo de larga duración.
Al periodo que va desde la crisis de octubre de 2003 hasta la
aprobación de la Nueva Constitución de 2009, se lo puede considerar como la
tercera secuencia de crisis política, la primera exclusivamente constitucional.
Durante los poco más de 5 años de esta crisis “post-neoliberal” se sucedieron tres
gobiernos muy diferentes (un gobierno acortado, otro de transición y uno regular)
en un marco de elevada conflictividad general (3 gobiernos de Mesa, Rodríguez Veltzé
y el primer periodo de Morales). El conflictivo y sangriento proceso de
rediseño constitucional, aprobado en referéndum por solo 5 de los 9
departamentos, no impidió iniciar en enero de 2010 la siguiente secuencia
política homogénea, la segunda llevada a cabo por un solo partido político.
En este marco de interpretación histórica, es razonable plantear
que nos encontramos en medio de la cuarta fase de crisis, la cual se habría
iniciado el 21 de febrero de 2016, lo que implica que estamos viviendo la
finalización del cuarto ciclo político post-52. Es evidente que la cercanía
histórica dificulta cualquier enfoque analítico, pero sí se puede anticipar que,
desde la perspectiva de ciclos históricos aquí planteada, es perfectamente
razonable esperar que el presente proceso de crisis política continúe
desarrollándose constitucionalmente como la anterior fase de crisis. Esta será necesaria
para reacomodar el desastre institucional, financiero y social legado por el tercer
gobierno de Morales, lamentable en sus aspectos negativos a por lo menos dos de
las secuencias homogéneas mencionadas.
De esta manera y desde una perspectiva histórico-política de
enfoque temporal, para la celebración del Bicentenario en 2025, se puede
esperar objetivamente, si los ciclos se cumplen en su abierta relatividad y
complejidad ideológica, una República de Bolivia disfrutando de un ciclo de
gobiernos democráticos homogéneos. Ello significa esperar que esta fase de
crisis concluya con una institucionalidad reconstituida y fortalecida y una sociedad
boliviana estabilizada en lo social, lo económico y lo político. Esperanza y
deber de todos.
Victor Hugo Limpias Ortiz, Ph. D.
Santa Cruz de la Sierra, 11 de noviembre de 2019 (24 horas después de la caída de Morales)
*Este artículo fue publicado en Diario El Deber el martes 12 de Noviembre (Pág. A20). No se incluyó en él (por razones de espacio) los 3 párrafos aquí insertos en letras azules.